Resulta casi imposible hoy día concebir la literatura infantil sin asociarla directamente con la ilustración. Desde que se fusionaron alrededor de los años 1640 y después de un par de siglos de investigaciones, se ha podido determinar la importancia de guiar la lectura inicial desde las convenciones pictóricas. Más que desde una decodificación sistémica lineal.
Son muchas las teorías que nos permiten hoy por hoy hablar de comprensión lectora de un texto a través de las imágenes que le acompañan. Llegando incluso a la construcción de libros que no requieren el uso de códigos gráficos para su apreciación. Esos que por lo general van dirigido a niños de primera edad y que constituyen todo un sistema narrativo a través del uso exclusivo de imágenes.
El signo icónico
Denotan la percepción del mundo plasmado en referentes que por similitud y asociación son entendidos por los lectores con gran facilidad. Tal como lo menciona Umberto Eco quien recalca que “el signo icónico construye un modelo de relaciones homólogo al modelo que construimos al conocer y recordar el objeto. Nada de hablar de semejanzas ni de tener iguales propiedades físicas, pero sí la capacidad de estimular una estructura perceptiva semejante a la que logra el denotatum”.
Es decir, que basta con referenciar en una imagen los signos propios del entorno inmediato a un individuo para que puedan comprender. Aun si no es completamente fiel al significante real. De ahí que podemos encontrar estilos de trazos no convencionales en formas, colores o dimensiones que igual permitirán que el lector asocie el referente. Ejemplo: un sol puede ser redondo, con punta, asimétrico, simétrico o un simple visaje de color. Si está ubicado junto a una nube en un espacio azul será nombrado sol.
Convencionalismos socioculturales
Ahora bien, es importante comprender que algunos sentidos estilísticos en la ilustración pueden variar de acuerdo a una serie de convencionalismos sociculturales. Estos nos llevan a ver que no todos los entornos son iguales ni todas las culturas concebimos el mundo de la misma manera. Es por eso que desde el punto de vista cultural podemos encontrarnos con situaciones donde el sol para los niños japoneses es rojo y para los occidentales amarillo. O bien para algunos, invierno es nieve y para otros, lluvia, algunas historias se dan en montañas y otras en ciudad.
Es aquí donde se necesita motivar el desarrollo perceptivo de los niños a fin de brindar herramientas que permitan comprender la referencia. Sin necesidad de liarlo fielmente a su naturalidad. Lo mismo que ocurre cuando presentamos personajes ficticios nacidos de la imaginación como monstruos, vampiros y animales con destrezas lingüísticas. Si bien harán parte de sus convenciones literarias sabrán que no tropezaran con uno de ellos al caminar por el andén o al entrar a su habitación.
La ilustración es una herramienta para presentar la literatura a los niños. Pero es también todo un universo de convenciones artísticas que ponen a prueba la percepción del ser frente a los elementos estéticos. Estos varían de acuerdo al estilo, técnica, motivación, conceptualización o percepción del ilustrador.
Texto por: Yeimy González, promotora de lectura de la Fundación Círculo Abierto