Para qué sirve la escritura: Un camino hacia la liberación personal

Para qué sirve la escritura: Un camino hacia la liberación personal

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Texto por: Lizette Ariza
Editado por: Jairo Echeverri García

El Poder Transformador de la Escritura


Escuchar a una escritora hablar de su oficio es abrir una puerta hacia mundos íntimos, donde las palabras se convierten en espejos de lo vivido y en alas para lo que aún soñamos. La escritura, más allá de una técnica, es un acto profundo de liberación: permite soltar lo que pesa, abrazar lo que duele, recordar lo que inspira y enamorarse de lo que alguna vez parecía cotidiano. Esto nos ayuda a comprender para qué sirve la escritura en su dimensión más esencial.

El punto de partida de estas ideas nació el 15 de agosto de 2025, en la ciudad de Barranquilla, durante una entrevista con la escritora Mariantuá Correa, quien presentó su libro Ciudad Láser en la librería Dos Mangos. Escucharla hablar sobre su experiencia al escribir me permitió comprender que, más allá de la publicación y la obra, la escritura es un acto íntimo de liberación, un camino para soltar, para sanar y también para enamorarse de la vida misma. Esta revelación nos muestra para qué sirve la escritura como herramienta de transformación personal.

La Escritura como Expresión y Liberación


Escribir es dejar que la vida se derrame en letras. Cada experiencia, con su carga de alegría o tristeza, encuentra un cauce en el papel. A veces escribimos para nombrar lo innombrable, para curar heridas invisibles, para reírnos de lo que ya pasó o para revivir lo que nos marcó. En ese proceso, no solo narramos historias: nos narramos a nosotros mismos. Aquí descubrimos para qué sirve la escritura terapéutica en nuestra gestión emocional diaria.

Escuchar la voz de una escritora hablar sobre su oficio es, de alguna manera, asomarse a un espejo profundo donde cada palabra pronunciada resuena como una verdad compartida. En la entrevista de Mariantuá Correa, más que la historia de alguien que escribe libros, descubrí un testimonio íntimo: se escribe para liberar, para soltar lo que el alma no puede cargar en silencio, para enamorarse de la vida, incluso de sus heridas. Esa revelación encendió una certeza: la escritura no es únicamente un ejercicio de técnica o talento, sino un acto de humanidad, una forma de existir y de respirar más plenamente. Esto responde profundamente a para qué sirve la escritura en el desarrollo personal.

Liberar a través de la escritura significa vaciarse para volver a llenarse. Es reconocer que lo vivido tiene un sentido cuando se comparte, aunque sea con uno mismo. Es un acto de valentía, porque desnudar el alma en palabras nos hace vulnerables, pero también nos fortalece.

El Proceso Catártico de la Escritura


Cuando las experiencias de la vida pesan sobre los hombros, las palabras se convierten en una vía de escape. Escribir es abrir una puerta para que las emociones acumuladas encuentren un cauce y dejen de convertirse en cárceles invisibles. Una hoja en blanco puede transformarse en confesionario, en diario secreto o en refugio donde todo lo reprimido se vuelve voz. Al escribir, soltamos, dejamos que lo que alguna vez se sintió como un nudo insoportable se deshaga entre frases, que el dolor pierda fuerza al ser nombrado y que la rabia encuentre un cauce que no destruya, sino que transforme. En ese sentido, escribir es un acto de catarsis, una purificación silenciosa que nos devuelve la calma. Esta dimensión nos aclara para qué sirve la escritura en la recuperación del malestar emocional.

Este poder liberador de la palabra encuentra eco en el podcast «Animarse a…» de Entre Libros, donde se explora precisamente ese salto al vacío que significa dar voz a lo que callamos. Si ellos se animaron a compartir sus historias, ¿por qué no animarse a escribir también? Tomar un lápiz o abrir un documento en blanco puede ser el comienzo de tu propio camino hacia la catarsis y la paz interior.

 
 

Escribir es abrir una puerta para que las emociones acumuladas dejen de ser cárceles invisibles.

 

Pero la escritura no se limita a ser un desahogo. En el acto de escribir también se halla un enamoramiento profundo con la vida. Quien escribe descubre que en los detalles más sencillos –una taza de café humeante, una tarde de lluvia, una conversación inesperada– habita un universo de significados. Escribir nos enseña a mirar de otra manera: con más atención, con más sensibilidad, con más amor. Al traducir en palabras lo vivido, lo cotidiano se vuelve extraordinario. Ese es quizás uno de los mayores dones de la escritura: revelar la belleza oculta en lo que parecía trivial, otorgarle permanencia a lo fugaz. Esto expande nuestra comprensión de para qué sirve la escritura en el enriquecimiento de nuestra experiencia vital.

Para quienes deseen explorar sistemáticamente para qué sirve la escritura en su vida cotidiana, existen siguientes recomendaciones prácticas que conforman las líneas principales de un acercamiento estructurado. Comenzar con escritura libre durante 10 minutos al día usando cualquier soporte de escritura disponible, crear una lista de varios recuerdos organizada por emociones asociadas, dedicar un espacio específico para sueños escurridizos que suelen olvidarse al despertar y registrar un acontecimiento único que genere sentimientos de felicidad intensos. Estas prácticas, aunque simples, representan un abordaje terapéutico accesible que puede adaptarse a cualquier estilo de vida y que sirve tanto para la recuperación del malestar como para el desarrollo personal continuo.

La Escritura como Testimonio y Memoria


Algo de esto lo mencionó Mariantuá en su entrevista, parte de las líneas de «Ciudad Láser» son días cotidianos de ella; uno es cuando decidió ir a realizarse una depilación en una estética, un lugar donde te encuentras con varias personas y sin querer queriendo formas parte de un hilo comunicativo de situaciones en común de una sociedad que se encuentra dividida en clases, pero que en estos espacios todas son una misma tela que lleva en su costura cada hebra fina, gruesa, sencilla, doble transformándose al final en una prenda única que brilla porque no hubo distinción alguna en su elaboración. Y este diseño creado en este espacio, pasa a recorrer otros caminos porque lo allí experimentado queda grabado en tu mente y se generan miles de pensamientos que te llevan a trasmitir mucho más de lo que escuchaste, de lo que sentiste, de lo que hiciste, de lo que dijiste, a querer indagar sobre lo común de la vida y de alguna forma darlo a conocer.

Entonces es aquí donde se permite expresar que cada palabra escrita es también un pedazo de memoria rescatada. Escribir sobre lo que vivimos no solo nos libera, sino que nos protege del olvido. Lo que alguna vez nos marcó, lo que nos hizo llorar o sonreír, queda fijado en el papel y, de ese modo, adquiere una vida propia. La escritura se convierte en testimonio, en legado, en huella. En el fondo, escribir es un acto de resistencia frente a la fugacidad del tiempo, un modo de gritar que nuestra experiencia importó, que nuestra voz merece ser escuchada, aunque sea en la intimidad de las páginas. Esto nos revela para qué sirve la escritura en la construcción de nuestra identidad y memoria personal.

Autoconocimiento y Transformación a través de la Escritura


Al mismo tiempo, escribir es un encuentro con uno mismo. Mientras las frases avanzan, emergen preguntas, descubrimientos, reconciliaciones. Uno se da cuenta de que, en el acto de narrar, está también el acto de comprender. Escribir ayuda a darle sentido a lo que parecía caótico, a armar un rompecabezas que en la vida diaria se presenta desordenado. Muchas veces, escribiendo, comprendemos mejor lo que sentimos, lo que deseamos, lo que tememos. Escribir, en ese sentido, no es solo liberar lo vivido, sino también conocernos en profundidad.

La escritura también enamora: enamora de los recuerdos, de los sueños y hasta de los pequeños detalles que, al ser escritos, adquieren brillo. Enamora porque en cada palabra hay una chispa de verdad, y esa verdad conmueve.

Por eso, escribir no es solo un oficio reservado a quienes publican libros; es una práctica que todos podemos abrazar como un camino de encuentro interior. Escribir es respirar distinto, es concederse el permiso de soltar lo que duele, agradecer lo que alegra y abrir espacio para lo que vendrá.

No se trata, entonces, de escribir únicamente con la intención de publicar, de ser leído por multitudes o de construir grandes obras literarias. Se escribe, sobre todo, como un ejercicio de honestidad consigo mismo. Se escribe para no olvidar quiénes somos, para no perder de vista lo que nos conforma, para aceptar nuestra vulnerabilidad y, al mismo tiempo, descubrir nuestra fortaleza. La escritura íntima, la que no necesita escapar del cajón ni de la libreta personal, es también la más poderosa: porque en ella no hay máscaras, no hay pretensiones, solo la verdad desnuda de lo que somos. Esto responde a para qué sirve la escritura en el autoconocimiento y desarrollo personal.

Las Múltiples Dimensiones Liberadoras de la Escritura


La liberación que brinda la escritura es, en consecuencia, múltiple. Libera del dolor, porque permite vaciarlo. Libera del silencio, porque nos concede una voz. Libera del olvido, porque convierte las vivencias en memoria. Libera de la rutina, porque transforma lo ordinario en algo digno de asombro. Libera de la confusión, porque al escribir comprendemos lo que parecía incomprensible. Y, sobre todo, libera del miedo: el miedo a sentir demasiado, a no ser escuchado, a desaparecer en el anonimato. La escritura es, de alguna manera, una afirmación de existencia: «aquí estuve, aquí sentí, aquí soñé». Esta comprensión nos muestra para qué sirve la escritura en su dimensión más completa y liberadora.

He aquí un claro ejemplo en algunas líneas de «Ciudad Láser» en donde Mariantuá habla un poco de las familias de los desparecidos forzadamente que buscan de alguna manera no quedar en el olvido, en el anonimato y poder sanar ese dolor que viven o disminuir su duelo de una manera menos intensa, pero con el recuerdo de lo amado: «… es que no hay método suficiente para hallar ni para esconder. Siempre queda un rastro. Tampoco hay palabras de consuelo a las familias. No es un vivo, no es un muerto, es un desaparecido, y ahí cabe lo ancho de la vida y la larga muerte…» De una u otra manera la autora busca por medio de sus escritos ser solidaria con esas voces que desean ser escuchadas.

En la práctica concreta de la escritura como potente herramienta de transformación personal, podemos implementar diversas estrategias que responden a posibles soluciones para el bienestar emocional. La creación de un undiario personal, ya sea en soporte digital o físico, permite el registro de recuerdos puntuales y emociones asociadas, facilitando la gestión emocional en el día a día. Los sueños escurridizos pueden capturarse mediante nota en blanco al despertar, mientras que la escritura libre sin censura ayuda a procesar sentimientos de felicidad o síntomas de ansiedad.

Las redes sociales, usadas conscientemente, pueden convertirse en un diario digital para compartir experiencias. En un proceso de terapia formal, estas prácticas de abordaje terapéutico pueden integrarse en sesiones de terapia con un ritmo entre sesiones adecuado, formando parte de un plan de tratamiento integral. El simple acto de caligrafía trazada con hoja, escritos ordenados o la creación de lista de varios recuerdos significativos constituye un ejercicio terapéutico en valioso que requiere esfuerzo personal pero que ofrece grandes recompensas para la salud mental y un estilo de vida más consciente y pleno.

Conclusión: La Escritura como Acto de Amor


Pienso entonces que escribir es un acto de amor. Amor por uno mismo, porque nos permitimos sanar y crecer. Amor por los otros, porque en las palabras compartidas alguien más puede reconocerse y hallar consuelo. Amor por la vida, porque nos atrevemos a celebrarla y a encontrarle sentido incluso en medio de la incertidumbre. Ese amor se manifiesta en la forma en que nos dejamos habitar por las palabras y, a través de ellas, nos volvemos más humanos.

Quizás esa sea la mayor enseñanza que dejó esta entrevista a Marintuá, una mujer sencilla, de gran espíritu que irradia luz al escucharla hablar: escribir no es un lujo ni una tarea reservada a unos pocos. Es una posibilidad al alcance de todos. Todos, en algún momento, hemos sentido la necesidad de anotar lo que no queremos olvidar, de escribir una carta que nunca entregamos, de poner en palabras lo que nos desborda. Allí, en ese gesto aparentemente sencillo, se esconde la esencia de la escritura: la liberación.

Porque escribir es, en última instancia, aprender a soltar. Soltar el pasado, soltar el dolor, soltar las cadenas invisibles que nos atan a la sombra. Escribir es, también, abrir espacio para lo nuevo: para la esperanza, para la alegría, para la ternura. Es un acto de confianza, de fe en que al escribir no nos perdemos, sino que nos encontramos.

La liberación de la escritura no es un destino, sino un camino permanente. Cada vez que tomamos un lápiz o nos sentamos frente a una pantalla, nos damos la oportunidad de comenzar de nuevo. Cada palabra escrita es un paso hacia adelante, una manera de reconciliarnos con lo que somos y con lo que hemos vivido. Y en ese movimiento, en esa danza silenciosa entre la mente, el corazón y las palabras, descubrimos que escribir no solo nos libera: también nos salva, nos sostiene y nos enamora de la vida una y otra vez.

En definitiva, la escritura es liberación: un acto íntimo que se transforma en puente hacia los demás, y al mismo tiempo, en refugio para quien la práctica. Escribir es soltar, es sanar, es amar. Esto responde finalmente a para qué sirve la escritura en su esencia más pura: para encontrarnos a nosotros mismos y para conectar con los demás desde nuestra verdad más auténtica.

Bibliografía

  1. Correa, M. (2025, agosto 15). Presentación de Ciudad Láser. Entrevista en Librería Dos Mangos, Barranquilla, Colombia.

  2. Freire, P. (2005). La importancia de leer y el proceso de liberación. Siglo XXI Editores.

  3. Sartre, J. P. (1985). ¿Qué es la literatura? Losada.

  4. Zambrano, M. (2004). Filosofía y poesía. Fondo de Cultura Económica.

 

 

Barranquilla es Leer

Barranquilla es Leer es el programa de acompañamiento a docentes de las Instituciones educativas distritales, desde la literatura, de la Secretaría de Educación del Distrito de Barranquilla (SED) y la Fundación Círculo Abierto (FCA).

El programa trabaja con niñas y niños de las IED de Barranquilla, elegidas bajo los criterios de la SED, en la experiencia de la lectura y la escritura, en una inmersión en la literatura compuesta por clubes de lectura especializados con artistas, acceso a una biblioteca digital de literatura infantil y juvenil, asistencia a foros de apreciación de literatura con personas expertas en literatura infantil y juvenil, tutorías semanales con niñas y niños

 

Sobre la Fundación Círculo Abierto

La Fundación Círculo Abierto trabaja desde el año 2010 en el diseño y ejecución de proyectos relacionados con educación y cultura. Su confianza en el lenguaje de las artes para construir y comunicar conocimiento ha sido el eje común de las experiencias que desarrolla con artistas tradicionales, contemporáneos, locales, nacionales, internacionales y comunidades diversas del territorio colombiano.

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