El latido orgánico de una editorial independiente

El latido orgánico de una editorial independiente

Relatoría por Jairo Echeverri

Bajo el calor costeño y el murmullo del mar Caribe, la charla «Cuándo podemos considerar una editorial como un proyecto exitoso» comenzó como un diálogo íntimo entre María Fernanda Paz Castillo —editora con tres décadas de experiencia— y un grupo diverso: escritores, ilustradores, gestores culturales y curiosos reunidos en el marco del Festival Épico. La conversación, lejos de ser un decálogo de fórmulas, se convirtió en una reflexión viva sobre el oficio editorial, tejida con anécdotas, preguntas incómodas y la certeza de que hacer libros es un acto de resistencia.

La editorial como ser vivo

María Fernanda abrió con una metáfora que guiaría la jornada: «Una editorial nace, crece y se transforma como un organismo». Subrayó que el tiempo es su aliado esencial. Contó cómo, años atrás, un colega quiso lanzar veinte libros de golpe, creyendo que la cantidad aceleraría el éxito. «Da igual publicar uno o veinte —dijo—; el camino se recorre paso a paso». Para ella, un catálogo crece orgánicamente cuando hay paciencia para dejar que los libros echen raíces, circulen y dialoguen entre sí. Mencionó proyectos que, con apenas cuatro títulos en una década, han logrado consolidarse no por volumen, sino por coherencia. «El éxito no es una meta comercial, sino la capacidad de mantener vivo un proyecto que respire autenticidad».

El editor: puente y cómplice

Con ironía, criticó la erosión del rol editorial en las grandes corporaciones: «Ahora los editores son analistas de datos; los libros llegan listos, sin mediación». Frente a esto, defendió al editor como un «descubridor de voces», alguien que ve valor donde otros no lo han visto y lo acompaña hasta el lector. Relató cómo, en su experiencia, los libros infantiles son los más difíciles de cerrar: «Parece absurdo: pocas palabras, muchas imágenes, pero cada decisión —el tono, el ritmo, el espacio en blanco— es una batalla campal». Esa lucha, dijo, solo vale la pena cuando se asume con responsabilidad: «Un libro para niños no es un objeto decorativo; es un cómplice en la formación de lectores».

Los peligros del mercado

La charla derivó hacia los desafíos actuales. Habló de la avalancha de libros «light», dominados por estereotipos o mensajes conductistas. «Ahora todo son ‘emociones’ —se quejó—, como si la literatura infantil fuera un manual de autoayuda disfrazado». Criticó los planes lectores masivos que homogenizan gustos y los libros informativos que desplazan a los literarios. «La formación de lectores requiere variedad, no adoctrinamiento». Una participante compartió su frustración al ver a su hija preferir versiones comerciales de personajes animados sobre álbumes ilustrados. «No hay que satanizar esos gustos —respondió María Fernanda—, pero sí acompañarlos. Un mediador puede ser el puente entre Peppa Pig y un libro que despierte nuevas capas de lectura».

Decisiones que definen

El tema de la circulación abrió heridas. Contó cómo su editorial rechaza vender en grandes cadenas: «Piden descuentos del 50%, devuelven los libros destruidos y los exhiben en rincones oscuros». Optaron por librerías independientes y ferias donde el libro se vive, no se almacena. También habló de la importancia de pagar a los autores —«hay editoriales ‘prestigiosas’ que no lo hacen»— y de sostener finanzas sanas sin traicionar la ética. «Ser sostenible no justifica publicar porquerías», afirmó.

El rescate de lo olvidado

Un momento emotivo llegó al hablar de su obsesión por rescatar tradiciones orales. Mostró «El hombre dorado», un libro sobre la leyenda muisca que nadie había publicado antes en Colombia. «Somos un país multicultural, pero nuestra memoria editorial es amnésica». Lo mismo con autores como Candelario Obeso, relegado por los circuitos literarios bogotanos. «Estos libros no son nostalgia; son semillas para futuros lectores».

El cierre: buscar interlocutores

Al final, definió el éxito editorial como la búsqueda constante de interlocutores: lectores, autores, libreros. «No se trata de vender, sino de conversar —dijo—. Un libro existe cuando alguien lo lee, lo discute, lo cuestiona». La sesión terminó con los asistentes hojeando ejemplares, compartiendo contactos y promesas de colaboración. En el aire quedó flotando una idea: en un mundo de algoritmos y bestsellers efímeros, las editoriales independientes son guardianas de un fuego lento, ese que se alimenta con paciencia y se comparte en círculos íntimos. Como el mar de Barranquilla, su ritmo no puede apresurarse.

Festival Épico 

Se ha consolidado como un lugar alternativo en la ciudad para acercarse a la literatura infantil y juvenil, en donde las personas pueden encontrarse y donde las historias circulan. Un festival para acercarse a los libros que trabaja para enamorar a los lectores y no lectores. Como muchos festivales jóvenes, nuestra principal preocupación es la formación de público. Creemos que en 2026 podremos seguir consolidando un público fiel, creciente, e interesado en aumentar sus referentes en la literatura, y el arte. Así que prepárate para aumentar el disfrute de épico 2026. El festival se realiza gracias al apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes y la Secretaría de Educación del Distrito de Barranquilla.

Sobre la Fundación Círculo Abierto

La Fundación Círculo Abierto trabaja desde el año 2010 en el diseño y ejecución de proyectos relacionados con cultura. Su confianza en el lenguaje de las artes para construir y comunicar conocimiento ha sido el eje común de las experiencias que desarrolla con artistas tradicionales, contemporáneos, locales, nacionales, internacionales y comunidades diversas en territorio colombiano.

La Fundación es la creadora del festival de literatura infantil y juvenil Épico que en el 2025 alcanzó su novena edición.

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