03 Jun El poder educativo de los cuentos en infantil: más que palabras

Texto por: Lizette Ariza Niebles
Editado por: Jairo Echeverri García
A simple vista, un cuento puede parecer solo una sencilla historia, con personajes simples y tramas fáciles de seguir. No obstante, para un niño, el cuento representa una puerta abierta a otros mundos, un camino para interpretar la realidad, explorar sus emociones y construir su pensamiento, su lenguaje y su identidad (Bettelheim, 2006; Rodari, 2012). Es mucho más que entretenimiento: es una herramienta esencial en su desarrollo cognitivo, emocional y social, e incluso en su desarrollo personal.
El poder educativo de los cuentos en infantil: una herramienta para el desarrollo integral
Referirse a los cuentos es hablar de uno de los elementos más antiguos y universales de la cultura humana. Desde tiempos remotos, las historias nos han acompañado como una forma de explicar el mundo, transmitir valores, conservar la memoria colectiva y entretener. Pero, la cuestión es: ¿Cuál es el verdadero significado que este tiene para un niño? ¿Será que escuchar cuentos durante la infancia deja una marca atesorable para toda la vida? Aquí se desea explorar el significado profundo que tienen los cuentos para los niños, su impacto en el desarrollo emocional, cognitivo y social, así como su valor educativo y simbólico. Esta influencia es clave en la etapa infantil y también en el desarrollo intelectualya de cada niño.
La imaginación como motor del desarrollo infantil
De forma específica, para un niño, la lectura de un cuento le brinda acceso a lo inimaginable. Para él, no es solo una simple narración; es la puerta abierta a universos fantásticos, una ventana mágica donde las sorpresas están en fila: los animales hablan, los objetos cobran vida y un sinfín de cosas pueden suceder. Por medio de los cuentos, el niño se sumerge en una dimensión paralela donde la imaginación tiene el control. Este tipo de narrativa, cuando forma parte de las colecciones de libros que se les ofrece desde la edad temprana, fortalece su desarrollo perceptual y social.
Esta capacidad de imaginar es primordial en la infancia. Porque no es solo una evasión del mundo real, sino un entrenamiento mental que prepara al niño para comprender y manejar la realidad desde una perspectiva más rica y compleja. La fantasía no es la negación de lo real, sino una herramienta para interpretarlo.
En este sentido, el cuento permite al niño jugar con las reglas del mundo sin las consecuencias del mundo real. Puede imaginarse volando, siendo un superhéroe, resolviendo enigmas o enfrentando dragones, lo que lo dota de un repertorio emocional y simbólico para enfrentar sus propios desafíos internos. Aquí comienza el desarrollo del lenguaje simbólico, crucial para su desarrollo cognitivo.
Los cuentos, especialmente los de fantasía, estimulan la imaginación, lo cual es fundamental para el desarrollo intelectual. Rodari (2012) sostiene que la imaginación no es una evasión de la realidad, sino una forma de transformarla. El pensamiento creativo, la capacidad de resolver problemas y la habilidad para plantear nuevas hipótesis nacen, en gran medida, de este ejercicio mental que promueven los cuentos en infantil. Por eso, los cuentos en infantil son una herramienta educativa que debe formar parte de la vida cotidiana desde la etapa evolutiva.
Cuentos como refugio emocional en la etapa infantil
Otro aspecto crucial del cuento para un niño es su función como refugio emocional. La infancia, aunque muchas veces idealizada como una etapa feliz y despreocupada, también está llena de temores, dudas y preguntas. Los cuentos ofrecen una vía para procesar estas emociones de forma simbólica y segura. Es un ejemplo claro del aprendizaje socioemocional que ofrecen los cuentos adecuados para cada edad del niño.
Los miedos comunes de los niños —a la oscuridad, a los monstruos, a la separación de los padres, al rechazo— suelen aparecer en los cuentos representados por brujas, ogros, lobos o situaciones de peligro. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos temores se superan dentro de la historia. El protagonista vence al dragón, escapa del monstruo o transforma su debilidad en fuerza. Esto ofrece un mensaje esperanzador: los miedos pueden ser enfrentados y vencidos.
Además, muchos cuentos permiten a los niños sentirse acompañados. Cuando se identifican con un personaje que vive una situación parecida a la suya, sienten que no están solos, que sus emociones son válidas y comprensibles. Esta identificación tiene un valor terapéutico enorme, especialmente en niños que atraviesan momentos difíciles como la separación de los padres, el duelo por un ser querido o experiencias de bullying o inseguridad. Así, el poder educativo de los cuentos en infantil también se convierten en una herramienta valiosa para fortalecer su desarrollo emocional y autoestima.
La experiencia multisensorial de la lectura compartida
De manera más específica, el cuento para los niños puede ser una experiencia multisensorial y emocional; debido a que ellos, al escuchar o leer un cuento, sienten muchas sensaciones y su emoción se encuentra al límite. El tono de voz del adulto, los gestos, las ilustraciones e incluso el momento del día en que se relata (por ejemplo, antes de dormir) generan una atmósfera que potencia la vivencia del cuento como un acto íntimo y significativo (L’Ecuyer, 2013). El niño no solo escucha la historia; la vive. Se identifica con los personajes, sufre, se alegra, se asusta o celebra con ellos. Este proceso permite que el niño entre en contacto con emociones complejas y comience a comprenderlas y gestionarlas (Gopnik, 2010). Los cuentos actúan como un espejo emocional y un espacio simbólico donde los niños proyectan y procesan sus vivencias.
Cuentos de hadas: mapas del mundo interior
Según Bettelheim (2006), los cuentos de hadas, en particular, cumplen una función terapéutica y simbólica para el niño, es decir, el cuento como mapa del mundo interior, al ofrecer representaciones narrativas de conflictos internos como el miedo al abandono, el deseo de independencia, la rivalidad entre hermanos o la lucha entre el bien y el mal. Por ejemplo, “Hansel y Gretel” puede ser interpretado como una historia que aborda el miedo a la pérdida de los padres y el descubrimiento de la autosuficiencia.
Estas narraciones permiten que el niño dé sentido a lo que no puede comprender racionalmente aún, a través de metáforas y personajes simbólicos (Zipes, 2011). El cuento, por tanto, se convierte en un lenguaje paralelo al de la lógica adulta, uno que habla directamente al inconsciente infantil.
Narración y desarrollo del pensamiento lógico
En otra perspectiva, el lenguaje narrativo no solo entretiene; también enseña a pensar. Según Cassany (1999), organizar una historia con un inicio, un conflicto y una resolución ayuda al niño a comprender la lógica secuencial del tiempo, las relaciones causa-efecto y la construcción de argumentos. Por medio de los cuentos, el niño aprende a estructurar su pensamiento y su discurso.
Wells (1987) destaca que la narración es una forma básica de construcción del conocimiento en la infancia, ya que permite al niño integrar experiencias, entender situaciones complejas y comunicar su visión del mundo. A través de la repetición de cuentos y la interacción verbal con el adulto, el niño enriquece su vocabulario, mejora su gramática y desarrolla habilidades metalingüísticas fundamentales para la lectura y la escritura.
Cuentos como herramienta educativa en el aula
Desde una perspectiva educativa, los cuentos son una herramienta pedagógica sumamente poderosa. Ayudan al niño a desarrollar habilidades cognitivas fundamentales, como la atención, la memoria, la secuenciación de hechos, la comprensión verbal y la ampliación del vocabulario. Estas habilidades forman parte del desarrollo cognitivo y del desarrollo del lenguaje, pilares clave en la etapa infantil. Cuando un niño escucha un cuento, está ejercitando su capacidad de escucha activa, su comprensión de estructuras narrativas y su habilidad para anticipar lo que ocurrirá, aspectos clave del desarrollo intelectual.
Además, los cuentos suelen estar cargados de enseñanzas morales y éticas. Muchos de ellos presentan dilemas, consecuencias de acciones, recompensas por el buen comportamiento o castigos por malas decisiones. Estos elementos ayudan a formar la conciencia moral del niño y a interiorizar conceptos abstractos como la justicia, la bondad, la valentía y la empatía, promoviendo un aprendizaje socioemocional desde temprana edad.
El cuento también actúa como un mediador en el aprendizaje de normas sociales y comportamientos aceptables. A través de los personajes, los niños comprenden mejor las relaciones humanas: qué es un amigo, cómo se resuelven los conflictos, qué pasa cuando alguien miente o cómo se demuestra el amor. En este sentido, los cuentos en familia o en el aula desde edades tempranas refuerzan valores y habilidades sociales que acompañan al niño en su desarrollo personal.
Un niño que escucha cuentos, probablemente será un adulto que sabe pensar, sentir y soñar.
Fomentando la empatía y el pensamiento crítico
Los cuentos también fomentan la empatía. Al identificarse con los personajes, el niño aprende a ver el mundo desde otras perspectivas. Esta capacidad de ponerse en el lugar del otro es esencial para la vida en sociedad (Colomer, 1998). Además, los cuentos ofrecen la posibilidad de reflexionar sobre temas éticos, resolver dilemas morales y aprender a cuestionar lo que está bien o mal en diferentes contextos. Todo esto tiene un impacto directo en el desarrollo integral del niño.
El adulto puede potenciar esta dimensión crítica a través de preguntas que acompañen la lectura: “¿Qué habrías hecho tú?”, “¿Te pareció justo?”, “¿Por qué crees que el personaje actuó así?”. Estas preguntas no solo promueven el diálogo, sino que también estimulan el razonamiento, la argumentación y el desarrollo intelectualya. Así, el cuento se convierte en una herramienta educativa activa y reflexiva.
Fortaleciendo vínculos a través de la lectura compartida
Hay algo básico de la lectura de estos cuentos, y no solo básico, sino que es lo que más les fascina a los infantes: a través del cuento, ellos fortalecen el vínculo con el adulto. Sienten más la cercanía con sus padres o con determinado miembro de su núcleo familiar. Leer o contar cuentos a un niño no solo beneficia al niño: también fortalece la relación afectiva con el adulto. Este momento compartido genera un espacio de intimidad y confianza donde el niño se siente atendido, querido y seguro. Es una oportunidad para que el adulto observe al niño, escuche sus comentarios, responda a sus preguntas y acompañe sus procesos emocionales. Estas experiencias aportan calidad en familia.
A través de los cuentos, los adultos pueden transmitir a los niños sus propios valores, su visión del mundo, y establecer un puente de comunicación afectiva que a veces no es fácil de lograr por otros medios. En tiempos donde el ritmo de vida y la tecnología pueden aislar a los miembros de una familia, leer un cuento juntos es un acto de presencia, un gesto que dice: “estoy aquí contigo”.
Aunque los niños pueden acceder a los cuentos por sí solos, el rol del adulto sigue siendo crucial. Narrar un cuento es un acto de encuentro, de intimidad, de presencia. No se trata solo de leer en voz alta, sino de crear un espacio compartido donde el lenguaje se convierte en vínculo (L’Ecuyer, 2013). Esta práctica regular también ayuda en el desarrollo del vocabulario, la expresión oral y múltiples beneficios emocionales.
Cuentos como transmisores de cultura y valores
Acorde a todo esto, no se debe olvidar que los cuentos también cumplen una función cultural importante. Son vehículos de la tradición oral, formas de preservar las historias, los mitos, las costumbres y la sabiduría de los pueblos. Al escuchar cuentos populares, los niños no solo se entretienen, sino que se insertan en una comunidad, en una herencia cultural que los conecta con generaciones anteriores. Los cuentos en infantil, clásicos y contemporáneos, son claves para el desarrollo del niño y su sentido de pertenencia.
Cada cultura tiene sus propios cuentos tradicionales, con personajes, escenarios y valores que reflejan su visión del mundo. Escuchar estos cuentos permite a los niños conocer sus raíces, comprender su entorno y valorar la diversidad cultural. También fomenta el respeto hacia otras culturas cuando se accede a cuentos de otros países o comunidades. Esto amplía su mirada y refuerza el aprendizaje socioemocional desde edad temprana.
Existen miles de cuentos dirigidos a niños. Algunos son clásicos, transmitidos durante siglos, como los de los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen o Perrault. Otros son creaciones más recientes, que reflejan nuevas sensibilidades y problemáticas, como los cuentos de inclusión, diversidad, sostenibilidad o derechos humanos.
Ambos tipos de cuentos tienen valor. Los clásicos nos conectan con el pasado y con arquetipos universales, mientras que los modernos permiten que los niños vean representadas sus realidades actuales. Hoy en día, es fundamental ofrecer a los niños cuentos que reflejen la pluralidad del mundo, que incluyan protagonistas diversos y que aborden temas contemporáneos con sensibilidad y claridad. Tanto en libros infantiles como en libros para padres, estos recursos son vitales para guiar el desarrollo evolutivo.

El poder educativo de los cuentos en infantil frente a los nuevos formatos
En el contexto actual, los niños están expuestos a una enorme variedad de contenidos narrativos a través de libros, televisión, cine, videojuegos y plataformas digitales. Esto plantea tanto oportunidades como desafíos. Los cuentos clásicos, con su estructura arquetípica y su valor simbólico, siguen siendo esenciales. Zipes (2011) argumenta que estas narraciones, al haber perdurado a lo largo del tiempo, contienen enseñanzas universales y profundas sobre la condición humana.
Por otro lado, los cuentos modernos introducen temáticas actuales como la diversidad, el medio ambiente, la igualdad de género, el acoso escolar o la discapacidad. Esto permite que el niño establezca conexiones entre la ficción y su realidad cotidiana, ampliando su conciencia social y su capacidad de análisis (Nodelman & Reimer, 2003). El poder educativo de los cuentos en infantil también se renueva en estos nuevos escenarios, conectando con la edad del niño y con su desarrollo integral.
El equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo en la oferta de cuentos resulta ideal para proporcionar una formación literaria completa y enriquecedora. Este equilibrio además fortalece el desarrollo del lenguaje, el pensamiento crítico y las habilidades sociales desde una edad temprana, impulsando así el desarrollo integral y la educación emocional. Es importante que las colecciones de libros incluyan también cuentos en familia para fomentar la lectura compartida y sus inesperados beneficios.
Conclusión: cuentos para crecer, sentir y vivir
En palabra más o palabras menos, los niños tienen la valiosa oportunidad de tener un cuento para cada momento y cada emoción. Existen cuentos para dormir, para jugar, para reír, para llorar, para sanar. Algunos cuentos son terapéuticos, especialmente diseñados para abordar situaciones difíciles como el duelo, el miedo, la separación o los cambios familiares (Pérez, 2017). Otros, simplemente, ofrecen alegría, fantasía o diversión.
Lo esencial es que el cuento se convierta en un recurso habitual, disponible y cercano. No debe reservarse solo para ocasiones especiales. Su poder reside en su cotidianidad, en la reiteración que permite que el niño se apropie de las historias, las repita, las cuente a su manera e incluso las reinvente (Rodari, 2012).
En fin: ¿Qué es un cuento para un niño? Es un universo en miniatura, una llave a la comprensión del mundo, un espejo de sus emociones, una semilla de su pensamiento. Es una forma de aprender, de imaginar, de recordar y de crecer. En un mundo cada vez más digitalizado y acelerado, el cuento sigue siendo una herramienta poderosa y necesaria para formar personas sensibles, creativas, reflexivas y empáticas.
Recuperar el tiempo del cuento no es solo un gesto nostálgico, sino una inversión en el desarrollo integral de los niños. Porque un niño que escucha cuentos, probablemente será un adulto que sabe pensar, sentir y soñar.
Entonces, ¿qué es un cuento para un niño? Es muchas cosas a la vez. Es juego y aprendizaje, emoción y reflexión, fantasía y realidad, vínculo y cultura. Es un recurso fundamental para su desarrollo integral, una herramienta poderosa para educar la mente, el corazón y la imaginación.
El poder educativo de los cuentos en infantil es, sin duda, uno de los pilares más eficaces en el crecimiento emocional y cognitivo del niño. Es una herramienta valiosa para fortalecer el desarrollo del vocabulario, la expresión oral, la comprensión lectora y el aprendizaje socioemocional desde la etapa infantil. También contribuye al desarrollo del córtex y al fomento de múltiples beneficios a nivel social y emocional.
Fomentar el amor por los cuentos desde la infancia es regalarles a los niños un universo de posibilidades. Es enseñarles a soñar, a pensar, a ponerse en el lugar del otro y a crear mundos mejores. Porque al final, como decía el escritor italiano Gianni Rodari: “Cualquier uso que no sea creativo de la palabra, es un uso que no sirve a la infancia”. Y los cuentos, en manos de los niños, son pura creatividad en acción.
Bibliografía
- Bettelheim, B. (2006). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Editorial Crítica.
- Cassany, D. (1999). Construir la escritura: Enseñar a escribir, enseñar a pensar. Paidós.
- Colomer, T. (1998). La formación del lector literario en la escuela. Editorial Graó.
- Gopnik, A. (2010). El bebé filósofo: Lo que nos dice la nueva ciencia del desarrollo infantil. Editorial Ariel.
- L’Ecuyer, C. (2013). Educar en el asombro. Plataforma Editorial.
- Pérez, M. (2017). Neuroeducación y lectura: El papel del cuento en el desarrollo cognitivo. Educación y Neurociencia, 6(1), 45–59.
- Rodari, G. (2012). Gramática de la fantasía: Introducción al arte de inventar historias. Editorial Akal.
- Wells, G. (1987). El significado del lenguaje en la infancia. Editorial Morata.
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