Texto por Anarel García, promotora de lectura de la Fundación Círculo Abierto
Se abre la puerta y te encuentras con rostros ansiosos, que esbozan sonrisas ante tu llegada. La visita se vuelve una costumbre esperada y deseada.
Los pequeños duendes de los cuentos se mueven y crean un círculo de magia, el cual tiene como regla implícita el silencio, con ojos atentos y oídos dispuestos a llenarse de palabras.
En las miradas te encuentras con interrogantes qué buscan saciar la curiosidad ¿qué leeremos hoy? ¿Cuál es el libro de hoy?
Y otras que cuestionan el tiempo ¿Por qué no viniste ayer? ¿Mañana vienes? ¿Todos los días vienes?
Todas las preguntas se tornan en interrogantes distintos cuando el libro, majestuoso y presumido hace su aparición.
En libro está vez es Lucas de Tony Bradman y Tony Ross, quién pide prestada una voz para hablarle a sus duendes oyentes.
Lucas finaliza su historia abierto a nuevos interrogantes, especulando el destino de su viaje, el transcurso de su cohete, el siguiente capítulo de una futura continuación; la lista se hace larga.
– Fue a recolectar estrellas
– En busca de extraterrestres
– Fue por otra tierra
– Fue por otro niño que vive en una estrella
El destino de Lucas queda al azar, entre el libro y la imaginación de los pequeños duendes. Sin embargo, antes de que Lucas se despida cerrando sus páginas, un nuevo nombre, una nueva identidad para quién lee, para quien presta su voz emerge, el bautizo literario:
-Gracias profe de las historias.