Para Roger, el libro es ese pasaporte que abre las puertas. Aunque no garantiza el viaje, pues depende del lector y sus condiciones, el paso por migración y la autorización del vuelo. El libro es a fin de cuentas el que nos habla, nos elige, nos detiene y sí, en muchas ocasiones, nos niega la visa con un “aún no estas listo” y nos hace esperar. El libro es muy humano, es a partir de la piel que surge el adentro, es el límite de la no frontera que nos determina como seres en construcción. Eso mismo que no nos hace dueños del juicio pues “si juzgamos el personaje lo deshumanizamos” y nosotros mismos nos hacemos humanos a través de la lectura.

Roger habló de algunos de sus libros, paseándose entre personajes como Inés, Pedro, Emilia, el niño Guacamayo, la avispa. Nos habló de la importancia de cada personaje desde su estructura y su representación en la ilustración. Mencionó sus maquetas iniciales para cada historia y la conversación con ellas como si no hubiera una contextualidad en el tiempo. Es precisamente eso lo que le ha permitido interactuar con personajes de épocas y hacerlos presentes a través de sus investigaciones sin fracturar las historias y las leyendas.