La casa, los libros: el habitar de las palabras

Imagen cortesía de Thought Catalog

Texto por: Anabell Posada, promotora de lectura de la Fundación Círculo Abierto

Ahora hay más silencio exterior. Menos carros en las calles, menos personas cerca. Parece que algo se detuvo. Nos encontramos, de repente, detenidos en un lugar. Nos encontramos, la mayoría de nosotros, en ese espacio que llamamos casa, nuestra casa.  

En el cuento Mi Casa de Davide Cali y Sebastien Mourrain dice: 

“Siempre tuve problemas para considerar un espacio, una casa, una ciudad, como mi lugar. Pero todo el mundo necesita tener su lugar, ¿no?” 

El personaje es un pintor que viaja por todo el mundo con sus lápices, pinceles y sus cuadernos de dibujo en busca de su lugar. Siente que no pertenece a ningún lado. El cuento alude a la necesidad que tenemos todos los seres humanos de hacernos un lugar en el mundo. Es esa búsqueda de un espacio propio que nos abrigue y proteja del mundo exterior. Ante la dificultad de encontrar ese lugar físico, mientras indagamos o exploramos sobre él, cabe preguntarse si no es necesario buscarlo dentro de nosotros mismos. ¿Un libro puede ser como una casa? ¿Podemos habitar un libro o un libro puede habitarnos?  

Michele Petit nos habla sobre la lectura y los libros como un territorio que nos recibe y nos acoge. La lectura como la posibilidad de encontrar un lugar, para encontrarnos. Afirma Petit:

“Cada uno de ustedes, si busca en su interior, encontrará ese texto fundacional que viajó quién sabe desde qué remoto lugar, atravesando ríos, mares y montañas hasta llegar a habitarlos durante toda la vida.”

Un libro es un compendio del mundo. En este sentido, el acto de leer tiene mucho que ver con imaginar y restituir espacios, compensar carencias, tener ideas nuevas, pensar. La lectura como escenario de lo personal: un espacio y un tiempo que me pertenecen cuando leo. De manera que el lector o lectora se apropia de ese universo leído, interpreta, da sentido y lo incorpora a su propia experiencia. Continúa Petit:

“Desde la más tierna edad, un niño no recibe un texto pasivamente. Lo transforma, lo incorpora, lo integra a sus juegos, a sus pequeñas puestas en escena. Y a lo largo de la vida, de manera discreta o secreta, un trabajo psíquico acompaña esta práctica. Los lectores escriben su propia geografía y su propia historia sobre las líneas leídas.” 

Otro de los aspectos más importantes señalados por Petit es la dimensión reparadora de la lectura y construcción del espacio íntimo, personal. Esta especialista de la lectura nos dice que, para aquellos que han perdido su casa y los paisajes que les eran familiares, los libros pueden ser otros tantos hogares prestados, un medio para recompensar sus cimientos espaciales. En esta relación de la casa y los libros surge otro punto fundamental señalado por la autora: la lectura es una experiencia espacial. Las huellas de lo leído, en este sentido, tienen que ver no solo con el libro mismo, sino también con el instante en que se lee, con todo lo que rodea ese momento. Por lo tanto la lectura en cuarentena, en encierro, en momentos difíciles, puede generar otro tipo de sensaciones y emociones. Se asociará el libro, o los libros leídos a ese recuerdo y viceversa: al pasar el tiempo, recordaremos qué libros leímos, qué actividades realizamos durante este periodo.

«Para aquellos que han perdido su casa y los paisajes que les eran familiares, los libros pueden ser otros tantos hogares prestados, un medio para recompensar sus cimientos espaciales»

Imagen cortesía de Tamas Pap

 

Sin duda entonces, leemos para hacernos nuestro lugar, sin importar dónde estemos. Quizá la literatura permita hacernos un poco más conscientes de todo lo que nos rodea y de lo que tenemos dentro. De repente leemos una imagen, una línea, un verso, un fragmento o párrafo que nos aclara todo: como si hubiera sido escrito exclusivamente para nosotros. Leer y recordar las lecturas sirve para proyectar un poco de belleza sobre lo cotidiano, dar un trasfondo poético a la vida, dice Michele Petit. Habitamos este mundo, la gran casa que es la tierra. Ahora estamos todos encerrados en nuestras casas, pero nuestra primera casa es nuestro cuerpo, nuestro pensamiento. Esto pasará. Volveremos a salir, los libros pueden acompañarnos y nosotros podemos dar vida a los libros, dejar que nos habiten, habitarlos, encontrarnos en las palabras, en las historias, en lo narrado.   

Nosotros decidimos cómo llevar el transcurrir de estos días, cómo abordamos las horas. Seguramente, para algunos se haga imprescindible el arte en todas sus expresiones: escuchar música, bailar, pintar, ver cine. En todo caso, los libros están allí como una posibilidad de encuentro. La casa como los libros son lugares de encuentro, donde estamos, somos, asistimos, donde incluso podemos sentirnos amparados y resguardados. La casa y los libros como nuestro espacio, como la posibilidad de ser y de estar en el mundo.

Para finalizar, comparto un breve texto de Eduardo Galeano, llamado La Función Del Lector, que permite observar cómo los libros, las palabras, nos recorren por dentro: 

“Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una novela a escondidas. La leyó a pedacitos, noche tras noche, ocultándola bajo la almohada. Ella la había robado de la biblioteca de cedro donde el tío guardaba los libros preferidos. Mucho caminó Lucía, después, mientras pasaban los años. En busca de fantasmas caminó por los farallones sobre el río Antioquia y en busca de gente caminó por las calles de las ciudades violentas. Mucho caminó Lucía, y a lo largo de su vida iba siempre acompañada por los ecos de los ecos de aquellas lejanas voces que ella había escuchado, con sus ojos, en la infancia. Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo reconocería. Tanto le ha crecido adentro que ahora es otro, ahora es suyo.”

 

Entre libros

Entre Libros es el programa de acompañamiento a docentes de Instituciones educativas distritales, desde la literatura, de la Secretaría de Educación del Distrito de Barranquilla y Fundación Círculo Abierto.

El programa trabaja con 2 componentes principales:

1. Encuentros semanales con las maestras y maestros en los que se despliega la literatura, se explora en las necesidades del docente frente a su alumnado, cómo lograr que los atraviese la literatura, y se traza la ruta del acompañamiento.

2. Clubes de lectura mensuales con las niñas y niños, a cargo de las maestras beneficiarias del programa; cada grupo trabaja a lo largo de 7 clubes de lectura con un énfasis: ciencia ficción, narrativa gráfica, filosofía, literatura y alteridad, literatura y cine, entre otros. Sostener la conversación, estar presentes, ser a la vez arquitectos y anfitriones, es la motivación del equipo que participa en el programa.

Sobre la Fundación Círculo Abierto

La Fundación Círculo Abierto trabaja desde el año 2010 en el diseño y ejecución de proyectos relacionados con educación y cultura. Su confianza en el lenguaje de las artes para construir y comunicar conocimiento ha sido el eje común de las experiencias que desarrolla con artistas tradicionales, contemporáneos, locales, nacionales, internacionales y comunidades diversas del territorio colombiano.

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