Texto por Anarel García Cervantes, promotora de lectura de la Fundación Círculo Abierto.

Promover la lectura es tratar de establecer puentes entre los lectores y los libros, entre la realidad y el mundo creado por los autores. En este sentido, ser promotor de lectura puede parecer una labor sencilla e inofensiva, pero es todo lo contrario; es una labor poderosa y valiosa que transforma vidas.

Los promotores de lectura no sólo realizan la lectura de los libros, sino también, forman parte de diversos procesos de aprendizaje, los cuales tienen como eje central a la lectura. Es decir que es una labor en donde es necesario y vital involucrarse en lo que el otro lee y la forma en que lo lee. En sus necesidades de conocimiento, sus intereses, gustos y motivaciones. En palabras de Álvarez (2008), la promoción a la lectura es una acción dirigida a acercar a una comunidad o individuo a la lectura, de tal manera que sea asumida como herramienta indispensable para el ejercicio pleno de la vida.

La mediación de la lectura se convierte en un proceso disfrutable mientras que, desde la labor de promoción, se disfrute leer. Esto quiere decir que el promotor de lectura debe ser un ser sensible ante la palabra y debe disfrutar sumergirse en las historias. Lo anterior posibilita transmitir la pasión alrededor de las letras, puesto que se presta la voz para dar vida a una pintura escrita, rebosante de palabras.

El promotor de lectura abraza los libros con su voz y les da sentido para que, a través del ritmo y la sonoridad de cada letra, quienes lo escuchan construyan significados (Robledo, 2019). De esta forma, quienes apenas se inician en la lectura, educan sus odios para comprender mejor lo que transmite la lengua escrita y exploran los múltiples mundos imaginarios que esta posee.

Ser promotor de lectura es crear lectores que disfruten acercándose a los libros y que construyan en su imaginación los relatos que escuchan, dándole vida a héroes, hadas, magos o brujas. Sin duda, la magia que radica en la labor del promotor es transformar el deber o la obligación de leer en el encuentro con historias memorables. En este sentido, Ospina (2006) comenta que “a los libros se llega por el camino de la tentación, por el camino de la seducción, por el camino de la libertad».

Bibliografía

• López, M. E. (2018). Un pájaro de aire. La formación de los bibliotecarios y la lectura en la primera infancia. Buenos Aires: Lugar Editorial.
  
  
• Didier Álvarez Zapata, Norfi Ocampo, Yisel Giraldo. “La promoción de lectura en las Bibliotecas públicas de Medellín. https://www.redalyc.org/pdf/1790/179014347008.pdf”
  
  
• Gladys Yaneth Higuera Guarín. “De la estética de la recepción a la animación a la lectura: consideraciones teóricas para una propuesta de animación de la lectura literaria en espacios no convencionales www.scielo.org.co/pdf/laplb/n28/n28a13.pdf”