Texto por Angelina Simarra, promotora de lectura de la Fundación Círculo Abierto

Volver a la presencialidad es volver a los calurosos y sofocantes saludos de un puñado de estudiantes. Es reencontrarse con sueños, fantasías, pasiones, travesuras, e inocencia, encarnadas en pequeños aventureros sin límites en sus pensamientos. 

Este año visitaremos a los estudiantes, los acompañaremos con nuevas lecturas y viajaremos juntos por los senderos del mundo de la literatura.

En la primera visita de este 2022, al llegar a los colegios… cruces de miradas, susurros al oído y tímidas sonrisas interrogan nuestra presencia. En los salones de clases, desde el primer encuentro abordamos el viaje al mundo de los libros, viaje que solo cobra sentido con la cómplice compañía de una infinita imaginación.

En cada encuentro intentamos irrumpir en las aulas y desarmar el “orden de la clase”, estableciendo una conversación entre iguales, invitando a los estudiantes a sentarse en el piso, salir de los salones y convertir un rincón de la escuela en un espacio agradable, al vaivén de las palabras. Allí todas y todos nos encontramos con el libro que nos habita y hoja por hoja leemos, descubrimos y atesoramos los conocimientos.

Estamos convencidas que la promoción de lectura puede darse en distintos espacios: el hogar, la escuela, los lugares de trabajo. Lo interesante es descubrir la importancia del lazo que se establece con el texto leído. Se trata de hacer vivir a los libros en lo cotidiano. 

Una vez leí que hay dos momentos importantes en la vida de todo ser humano lector, el primero cuando descubre la lectura y el segundo la redescubre acompañado de un niño. Por fortuna, el primer momento ocurrió cuando era una pequeña niña. Recuerdo que mi madre, vale mencionar, una mujer que no tuvo posibilidades de ir a la escuela, me sentaba en sus piernas y contaba historias fantásticas. Algunas hacían parte de la tradición oral palenquera y otras eran inventadas por ella. 

El segundo momento es este, en el que con un libro cargado de una chispa aparentemente inofensiva se encienden corazones dispuestos a no dejarse apagar por el tiempo.